El domingo se realizaron las elecciones presidenciales en Venezuela, en las cuales, el futuro de Latinoamérica y muchos países puede resultar afectado por la elección del pueblo venezolano. El 7 de Octubre, el país sudamericano escogió entre el líder populista Hugo Chávez y Henrique Capriles Radonski. Chávez, el actual presidente y un ex-miembro de las Fuerzas Armadas, fue también uno de los responsables del intento de golpe de Estado de 1992. Capriles, un abogado que fue presidente de la Cámara de Diputados, fue alcalde de Baruta y ex-gobernador de Miranda. En 2002, el régimen chavista lo mantuvo preso por unos meses. El resultado final fue una victoria de Chávez con un 54 por ciento de los votos contra un 45 por ciento de Capriles, con el resto dividido en votos nulos y otros candidatos.
Ambos candidatos ofrecían dos propuestas distintas; el actual presidente se enfocaba en la continuación de su proyecto populista de más de 14 años mientras el candidato Capriles ofrecía un camino distinto, en el cual el discurso contenía repetidamente las palabras: progreso, unidad y paz.
Venezuela es un país que lleva más de 13 años con el mismo líder, en donde generaciones como la nuestra solo tienen en mente un Gobierno y una ideología presente al mando. Desde 1999, el pueblo venezolano ha estado en una revolución constante, fundamentada en realizar cambios para deshacer el capitalismo y la empresa privada del país con un llamado, bajo el lema chavista del “Socialismo del Siglo XXI.” Realmente, es un populismo basado en usar el resentimiento en la clase más baja para mantener popularidad y generar una idolatría del estado dominado por la figura del presidente.
En ese período también los niveles de criminalidad, secuestro y asesinatos a mano armada, han aumentado de manera desproporcionada. Un gobierno de denominación “social” ha sido el que ha tenido los peores índices de muertes en el país en su historia. Un país que hace 12 años no superaba las 4,500 muertes por año debido a la delincuencia, ahora registra un incremento de más del 400 por ciento, según a reportes policiales.
Aún así el modelo populista de Chávez ha influido significativamente a Latinoamérica, principalmente en países como Ecuador, Bolivia, Argentina, Cuba y algunos países de Centroamérica. Todo esto ha creado confrontaciones entre los propios países hispanos y con Estados Unidos. Chávez también ha sido uno de los líderes anti-estadounidense, relacionándose con países como Rusia, Irán, China y Siria. Sin embargo, el Estado controla la compañía Petróleos de Venezuela (PDVSA), que realiza sus mayores exportaciones y obtiene la mayor parte de sus ingresos de los Estados Unidos, lo cual resulta contradictorio. El futuro y la paz de este país de América del Sur son importantes para el mundo.
Las elecciones también han llegado a estar presentes en N.C. State, donde hay aproximadamente 25 estudiantes venezolanos según registros de la Universidad. Hace dos semanas, la alumna Celeste Escotet dibujó una bandera de Venezuela en el Free Expression Tunnel y escribió las frases “Hay un camino” el lema de Capriles y “Aquí hay orgullo venezolano.”
Así mismo Samuel Sotillo, un profesor venezolano que enseña castellano, lleva más de 12 años fuera de patria, dijo, “Hay tiempo de que Chávez reflexione, aunque es poco probable. Pero al final lo positivo de todo es que en Venezuela somos fieles al sistema democrático y siempre se observa una alta participación.” Este año alrededor de 80 por ciento de los posibles electores votaron.
Ahora el futuro es incierto. Chávez tiene cáncer, por lo que surgen preguntas acerca de si será capaz de superarlo y de gobernar en tales circunstancias o incluso de quién podría sucederle en caso de que no pueda seguir al poder. Lo que está por verse es si la popularidad de Chávez sigue disminuyendo como es tendencia en los últimos años y cómo prosigue el discurso de “Socialismo de Siglo XXI,” que hasta ahora ha consistido en prometer mucho y actuar poco.